Libertad de acción que no es tanta
Con esto de la libertad de acción sobre un tema nada menor, como lo es el de la reforma jubilatoria, el Frente Amplio se ha metido en un lío del que no le será fácil salir.
Se enfrentan dos posturas incompatibles. No es lo mismo gobernar el país si gana el plebiscito propuesto por la central sindical y apoyado por algunos sectores del Frente, que gobernarlo con la actual ley aprobada durante este gobierno.
Por eso algunos sectores frentistas optaron por no apoyar la propuesta sindical. Incluso algunos sindicatos que la apoyaron para mantener “la unidad”, en el fondo no están de acuerdo como es el caso de Aebu que al negociar el salvataje de su Caja Bancaria, aceptó la necesidad de subir la edad de retiro a 65 años, tal como propone la ley que se intenta eliminar.
Se trata pues, de una división cortante en la forma de entender el futuro del país. Una división que hace casi incompatible la convivencia política entre quienes defienden una posición y quienes están a favor de la otra.
A ese corte profundo que separa a una parte del FA del otro, se suma la manera muy diferente que cada parte tiene de entender lo de la “libertad de acción”. Si alguien expresa una posición contraria al plebiscito, el otro grupo salta enseguida y entiende que eso es atacar una causa propia del “campo popular”. Sin embargo los que defienden el Si, están en campaña abierta, con spots publicitarios simplistas y demagógicos que ya se pueden ver por todos lados.
Ni en el respeto a dejar que el votante decida, el Frente se permite el “fair play”. Unos corren con ventaja, o abusan de ella, y otros si bien intentan dar su puntada prefieren ser más mansos.
Es increíble que tras la publicación de un documento contra el plebiscito avalado por 112 economistas frentistas, el Partido Comunista que no tiene empacho en defender la otra postura salga públicamente a expresar su profunda molestia por la publicación de dicho texto. El Secretario General del partido, Juan Castillo sostuvo que el grupo había ido “más allá” de lo que correspondía y que había quebrado “determinados criterios” definidos en esa manera de entender la libertad de acción.
La pregunta que resulta de tanta molestia es obvia. ¿Hay o no hay libertad de acción? Si la hay, debe ser en toda su extensión. No existe tal cosa como una libertad a medias o una donde una parte puede expresarse más que la otra.
También los socialistas reaccionaron ante el documento. De hecho, durante la etapa de la recolección de firmas, su secretario general había salido al cruce de unas declaraciones de Mario Bergara que ya entonces cuestionaba, y con sólidos argumentos, la propuesta sindical.
Ahora, los socialistas critican “la oportunidad elegida” para difundir el documento. El argumento es casi infantil. ¿Cuál sería entonces la mejor oportunidad? ¿La semana que viene, el mes anterior? Quizás lo que los socialistas en realidad prefieran es que lo divulguen recién después que se haya votado, cuando ya a nadie le importe lo que digan.
Eso es lo que buscan. Una especie de libertad donde solo una parte esté autorizada a tener la razón, solo los “buenos”, los que están con “el pueblo”. Los demás que se callen.
El problema es que de verdad se callan. O al menos bajan el tono y para evitar choques se ubican en un rincón del escenario, dejando que sea ocupado por los otros.
Si esto ocurriera con un tema menor, no sería preocupante. Pero este asunto en particular es gravísimo y por lo tanto, hoy el Frente se presenta a las elecciones con una profunda división respecto a una cuestión trascendente. Sin embargo, un sector prefiere ser prudente y le regala el espacio a sindicalistas y comunistas, a Marcelo Abdala, a Juan Castillo y a Oscar Andrade. ¡Vaya trío!
Esto podrá hacerle un enorme daño al Frente. Pero el resto de los partidos no debería estar ajeno al debate de fondo: al de la reforma jubilatoria y el intento de derogarla mediante una modificación constitucional que sería un desastre para el país. No es que los otros partidos deban interferir en la dura interna de la izquierda. Pero sí levantar la bandera de que la reforma es necesaria y hay que defenderla a como de lugar. La omisión, o suponer que el debate se arregla solo y que no es necesario hacer mucho ruido, no lleva a buen puerto.
En consecuencia, mientras los frentistas se dividen en este tema, la Coalición tiene la obligación no solo de presentarse unida, sino desplegar convicción y coraje para defender la reforma jubilatoria en todos los terrenos posibles.
Fuente diario El País