El cambio argentino
No es fácil definir un humor social mayoritario, entre otras cosas porque la fragmentación cultural de nuestras sociedades modernas está tan instalada como alentada por la lógica de difusión de los algoritmos de las redes sociales. Sin embargo, es claro que hay momentos en los que ese humor social se manifiesta y que, por ejemplo, incide en decisiones colectivas como son las elecciones nacionales.
Pasó en Argentina en los últimos años. En efecto, no es posible pensar que el triunfo abrumador de Milei en noviembre de 2023 surgió de un repollo. Por el contrario, fue una manifestación política concreta de un humor social que ya venía afirmándose y que daba señales contundentes acerca del hartazgo de los argentinos con relación a las penurias sociales y económicas que imponía el régimen kirchnerista. Como siempre en estos casos en los que la alternancia es tan fuerte, a muchos analistas les ha costado terminar de entender qué ha ocurrido allende el Plata; como dicen incluso hoy en día los simpatizantes de Milei, “no la ven”.
Lo interesante aquí es que el cambio no se ha limitado a un rumbo político nuevo. En un proceso de retroalimentación que termina acelerando el signo del humor social mayoritario que, inicialmente, fue el que promovió el cambio político a nivel del gobierno, la cultura empieza a mostrarse más desembozadamente favorable a ese nuevo tiempo cultural. Por un lado, está lo que generan las iniciativas del nuevo oficialismo: desde un presidente que vuelve a dar señales de prestigio a las fuerzas armadas argentinas, por ejemplo, hasta un gobierno que cierra dependencias del Estado que vehiculizaban un discurso feminista totalmente ideologizado, es evidente que la era del auge cultural kirchnerista terminó.
Por otro lado, la sociedad va haciendo más explícito ese nuevo talante. El ejemplo más notorio para quienes siguen series de televisión seguramente sea el de la tercera temporada, generada este año, de “El Encargado”, que tiene como protagonista descollante al actor Francella: con relación a la primera temporada de 2022, es notorio cómo la trama pasó a dar señales claras en contra del sindicalismo exacerbado y en favor del espíritu de empresa, por ejemplo, que son todos guiños que la ficción hace a la realidad argentina que eligió a Milei como presidente.
También, para quienes sigan la cartelera de teatro porteña hubo al menos ya dos estrenos en este 2024, “Comienzo” y “Jardines Salvajes”, que van en el mismo sentido: ponen en tela de juicio el discurso cultural dominante de los tiempos kirchneristas en torno a la familia y al feminismo más militante, y en torno a la legítima ambición personal de salir adelante sin tener que soportar tampoco los ridículos excesos de los discursos malthusianos y ecologistas de los años progresistas que se extendieron por toda América.
Es evidente que la Argentina económica y financiera todavía está en cuidados intensivos, y que la luz al final del túnel que ha sido la llegada al poder de Milei no significa aún que ese país sea capaz de transitar ese túnel con la certeza suficiente como para poder salir adelante. Sin embargo, desde el punto de vista cultural es claro que hay algo que viene cambiando del otro lado del Río de la Plata y que generó, por un lado, la derrota estrepitosa de un kirchnerismo que en algún momento pareció invencible; y por otro lado, el avance en este 2024 de ideas y talantes que hoy se muestran desembozados y sin complejos y que, notoriamente, concitan una fuerte atención de audiencia.
La clave está aquí en calibrar hasta qué punto ese cambio argentino tiene rápidas consecuencias de extensión en la región. Porque sabido es que la impronta porteña siempre ha tenido influencia en nuestro horizonte cultural, y porque sabido es además que aquello ha sido siempre reinterpretado con nuestros propios lentes nacionales. Por ejemplo, ¿acaso no se verifica entre nosotros, y está chequeado por estudios de opinión pública, el avance de un sentimiento anti- sindicalista como el que narra la ficción de Francella en su última temporada? ¿Acaso no hubo ya en la elección de 2019 un rechazo muy claro a las posiciones políticas pro- feministas extremas?
El cambio cultural argentino que se afirmó con la elección de Milei en 2023, y que se expresa con cada vez mayor naturalidad en la escena porteña en este 2024, revela un cambio que deja a un costado las preferencias izquierdistas- progresistas de inicios del siglo XXI. Llegó para quedarse y muestra que nuestro vecino entró en una nueva época.
Fuente diario El País