Decimos no a la Agenda 2030…
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, adoptada por todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas en 2015, es un plan de acción global conformada por 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), donde se argumenta por parte de los organismos internacionales que dicha agenda tiene un enfoque integrado, donde la acción en una área afectará los resultados en otras, y que el desarrollo de alguna manera muestra un equilibrio en la sostenibilidad ambiental, social y económica…afirmación que no estamos en condiciones de demostrar.
Pero lo que si queremos expresar en esta reflexión semanal, es la personalidad y valentía de algunos países frente a la injerencia, que inexorablemente, ejerce la Agenda 2030.
Sin dudas la Agenda 2030 es claramente una interferencia directa en los asuntos internos de un país y por ende una amenaza a su soberanía. Se perciben claramente las recomendaciones y metas como imposiciones de la comunidad internacional a un país, sin tomar en cuenta la autodeterminación que tiene cada pueblo.
En algunos casos, los gobiernos al ajustarse a la Agenda, priorizan el crecimiento económico a corto plazo, sobre el cuidado de su soberanía como Nación, donde muchas veces pesa la falta de infraestructura adecuada y la necesidad de atender problemas inmediatos, como la pobreza extrema, lo que obliga a ceder a las presiones de la Agenda 2030.
Pero no todos los países tienen esa debilidad que los obliga a estar alineados, y más aún, existen pequeños países, no el nuestro lamentablemente, que se plantan firmemente frente al atropello globalista, como es el caso de Paraguay…digno de ejemplo.
Se puede apreciar que aparecen los intereses de grupos de poder dentro de un país, como son las grandes corporaciones o sectores industriales específicos, que influyen en la postura genuflexa de un gobierno hacia la Agenda internacional.
Estos grupos pueden temer que las políticas de desarrollo sostenible, de no implementarse, afecten negativamente sus negocios y, por ende, ven como lícito ejercer presión para que el gobierno de turno facilite la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En resumen, la oposición a la Agenda 2030 debe surgir del sentir de los ciudadanos y traducirse en decisiones claras y firmes a nivel gubernamental , enmarcadas todas estas variables en una valiente política exterior de un estado que se precie de tal, frente a los intereses supranacionales, y expresarlo en cada oportunidad que se pueda.
Cosa esta última que no observamos de nuestros gobernantes en los últimos foros.
Por lo expuesto, desde Patria Grande, nuevamente, decimos en forma rotunda; no a la Agenda 2030
El director